viernes, 15 de septiembre de 2017

Curso Leymebamba 2017

Si de lo que se tratara es, sin más de hacer un curso de aproximación o de iniciación a la Práctica de la Espeleología, el que hemos realizado este año en Leymebamba no sería sino un más de tantos. Pero nuestro curso, y no es ‘amor de padres/madres’, no podía por más, que ser distinto.

Y es distinto porque no simplemente los alumnos se han podido asomar a un mundo sorprendente para ellos, al uso de lo que le pueda ocurrir a un neófito de la espeleo en cualquier otro lugar del mundo. En el Perú, las cavernas tienen muy mala historia y muy mala prensa. Son lugares demoníacos donde las enfermedades diabólicas y los animales mitológicos han hecho morada y son espacios, por tanto, absolutamente inhóspitos. Por eso, en nuestro curso no sólo importa la formación geológica de las cavidades, o sus espeleotemas, sino un mundo sorprendentemente lejano que se acerca hasta nosotros y que nos permite conocerlo por dentro.

Pero además, no sólo es eso. Los días de trabajo nos han ayudado, además de aprender a subir y bajar por una cuerda y pasar algún que otro fraccionamiento y progresar por un meandro, a descubrir nuevas facetas del trabajo en equipo, de en qué consiste un grupo aglutinado alrededor de un proyecto, de hasta qué punto la confianza en el otro, en el compañero, se vuelve algo vital que no sólo se queda en el ámbito de la actividad en la cueva, sino que además nos sirve para encarar la vida.

Nuestro curso nos ha ayudado también a tender puentes. A que algunos más conozcan qué hacen esos ahí arriba en las cavernas del cerro, depredando un tesoro que nadie jamás ha visto. Y ha servido para conocer que el verdadero tesoro no es más que un fragmento de cráneo que aporta información, o un trocito de cerámica que nos habla de que en la época inca también se usaron las cuevas, y que los chachapoyas nunca tuvieron miedo a entrar en ellas hasta muy adentro. El verdadero tesoro es nuestra historia, y en ella nosotros mismos: la gente de la zona y sus amigos, entre los que nos contamos.

Y porque si fuéramos malos docentes nosotros no aprenderíamos nada, tenemos que poner en valor lo que adquirimos nosotros mismos en este curso: a entender la complejidad de un pueblo, a adentrarnos en su historia, a descubrir que la espeleología no empieza en la entrada de la cueva sino mucho más atrás, en el encuentro, en el diálogo, en los sueños compartidos con gentes del otro lado del mundo que, sin embargo, nos son tan cercanos.

Han sido las IIª Jornadas de Iniciación a la Espeleología y la Aproximación a la práctica Espeleológica. Ha sido, y es, un fragmento más de lo que somos.

Video de las Jornadas de Leymebamba.

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